Más que buscar culpables y lamentarnos por la situación, es necesario diseñar estrategias apropiadas para revertirla. Un primer paso necesario es establecer metas consensuadas, medibles, comunicables y con plazos de cumplimiento. Esto implica retomar la idea de un pacto educativo que permita convertir a la educación en política de estado y alinear los intereses provinciales en pos de un objetivo común. Este pacto debería tener como base las metas educativas 2021 propuestas por la Organización de Estados Iberoamericanos. El segundo paso es establecer prioridades como: jornada completa, universalización de la oferta de salas de 4 y 5, reforma curricular de la escuela secundaria, conectividad, equipamiento de las escuelas con recursos didácticos suficientes e informatización de la gestión escolar. Iniciar este camino es imprescindible para mejorar y evitar la peor de las pesadillas: que un futuro gobierno decida no entrar en la evaluación PISA y nos deje sin diagnóstico pero con la enfermedad.
Fuente: Clarín
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