Reflexionar junto a otros docentes ayuda a mejorar la calidad de la educación preescolar

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Académicas de la Universidad Diego Portales de Chile determinaron fortalezas y debilidades que existen en la educación de los niños de 0 a 5 años y concluyeron que los mejores desempeños están en aquellos docentes que cuentan con redes de apoyo.

"Aquellas educadoras de nivel inicial que tienen apoyo técnico, que pueden reflexionar con otros docentes acerca de su trabajo y recibir comentarios sobre su desempeño en la sala, aplican mejor los programas y orientaciones educacionales diseñados para esos niveles", concluyeron investigadoras de la Universidad Diego Portales de Chile. Un logro nada trivial si se considera que las oportunidades de aprendizaje de los niños se asocian con la capacidad que tienen las docentes de utilizar eficazmente el currículo. "La consecuencia de una mala implementación es que no sea buena la calidad de los aprendizajes", según advierte el estudio hecho por académicas de la Facultad de Educación de la Universidad Diego Portales. "Vimos los mejores desempeños en aquellas educadoras que tenían buenas redes de apoyo, cuando podían conversar con otros actores, tener tiempo para reflexionar con otros educadores acerca del currículo. Ellas tenían un altísimo nivel de implementación de los programas", comenta Claudia Lagos, directora de la Escuela de Educación Parvularia de la UDP. "Observamos que en todas las aulas se desarrollaban experiencias de aprendizaje. Unas mejores que otras, es cierto, pero en todas los niños siempre estaban ocupados en actividades educativas", precisa la académica. "Esto es muy positivo, porque se tiende a pensar que en este nivel educativo no se realizan actividades con foco de aprendizaje", agrega. Otro aspecto relevante: los niños se veían contentos, interactuaban entre ellos, hacían preguntas y participaban en las experiencias propuestas por las profesionales. Las investigadoras también observaron que las educadoras se preocupaban de que las condiciones físicas de la sala fueran seguras y estimulantes para los pequeños. A la hora de aprender, también vieron que las docentes enseñaban a los niños a vincular sus nuevos conocimientos con otros anteriores, además de dedicar un tiempo al cierre de las actividades, o sea, instarlos a pensar en los pasos dados, tomar conciencia de sus nuevos aprendizajes y entenderlos."Cuando haces que el niño deshaga el camino que recorrió, lo llevas a recordar y justificar lo que hace, ayudas a que ponga en juego procesos de pensamiento que son relevantes e incorpore los aprendizajes", explica Claudia Lagos. Las académicas de la UDP también se encontraron con dificultades en la aplicación de algunas de las directrices de los programas. Estas van desde inconvenientes para señalar qué aprendizajes se esperan de una actividad hasta deficiencias en la habilitación de un lugar especial para la iniciación de los niños en la lectura y escritura. "También observamos que en algunas aulas aún predomina una forma de enseñanza muy tradicional, de hacer preguntas que no desafían las capacidades de los niños, de no seguir el hilo del razonamiento del menor, de ver para dónde apunta lo que desea expresar", explica Claudia Lagos. El abordaje de estas dificultades, concluye el estudio, pasa tanto por la capacitación de las educadoras, la voluntad de cambio de ellas y porque tengan apoyo pedagógico. "Nos encontramos con educadoras que se insertan en la escuela de manera muy minoritaria y que no tienen un par con quien conversar acerca de su trabajo", describe la investigadora. Fuente: El Mercurio